La Legislatura de Córdoba abrió este miércoles el tratamiento de un proyecto que busca actualizar la Ley 9.775, la normativa que garantiza el acompañamiento de perros guía para personas con discapacidad y su libre acceso a cualquier espacio público o privado.
El expediente 40736, presentado por un amplio grupo de legisladores —Inés Contrera, Ariela Szpanin, Matías Gvozdenovich, Carlos Carignano, Gustavo Bottasso, José Bría, Mauricio Jaimes, Oscar Saliba, Lucas Valiente, Nancy Almada, Rodrigo Agrelo y Patricia Botta— propone una revisión profunda de la ley vigente. La iniciativa apunta a actualizar definiciones, ampliar a quiénes alcanza la norma y formalizar la creación de un registro oficial de perros de asistencia y de contención emocional.

Una mesa de trabajo con especialistas
La reunión de comisión, presidida por Carlos Carignano, reunió a distintos expertos en adiestramiento y salud animal para aportar su mirada técnica. Entre los invitados estuvieron:
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Diego Leiva, exjefe de la División Canes del Servicio Penitenciario.
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José Eduardo Roteda, adiestrador.
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Omar Robotti, médico veterinario y entrenador.
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Gastón Ruiz, adiestrador y especialista en perros de asistencia.
También participaron Kleopatra y Uma, dos perras de asistencia que trabajan con niños con discapacidad y que acompañaron la jornada como ejemplo vivo del impacto positivo de estos animales.

Una actualización necesaria
Durante el encuentro, la legisladora Inés Contrera destacó que la ley actual quedó desfasada frente a la realidad.“Todavía habla únicamente de perros guía o lazarillos, pero hoy existen múltiples tipos de perros de asistencia que cumplen roles fundamentales en la autonomía de las personas”, señaló.
Entre esas funciones mencionó a los perros que alertan sonidos para personas sordas, los que detectan episodios médicos, los que acompañan a personas con diabetes o epilepsia y los perros de terapia que trabajan junto a profesionales.
Contrera también planteó la importancia de reconocer a los perros de contención emocional, cada vez más utilizados por personas que enfrentan situaciones de ansiedad, estrés o ataques de pánico.“Son un soporte afectivo y de seguridad para quienes lo necesitan, aun cuando no tengan una discapacidad reconocida”, explicó.